El frio le corroía los huesos, todos sus compañeros estaban como el llenos de miedo y de frio, sería cierto aquel rumor, que en aquel lugar perdido en fin del mundo existía un demonio negro que peleaba en el bando enemigo, nunca lo había visto pero en su marcha al frente habían visto cadáveres putrefactos con los rostros marcados con garras, miembros arrancados, desertores que dementes gritaban que lo habían visto que un demonio negro había pasado entre sus filas masacrando a todo aquel que se ponía en su camino. Era la única explicación posible sino cómo era posible que un pueblo tan pequeño resintiera durante tiempo la fuerza de un imperio tan grande, sería cierto que entre esas frías montañas se encontraba un demonio negro al que las flechas no le lastimaban, con una piel tan dura que ninguna espada lo podía atravesar y tan fuerte que podía arrancarle un brazo o una pierna a un soldado entrenado de un solo golpe, capaz de exterminar en una emboscada a un general del imperio y casi todo su ejército, lo que sabía de seguro es que los pocos sobrevivientes de ese pueblo se escondían en la montaña en que a sus pies se encontraban y que seguramente en el siguiente ataque el mismo podría comprobar si este demonio existía o no.
Mientras se formaban y esperaban órdenes en el fondo de la arboleda apareció una sombra que caminaba hacia ellos, todos adoptaron posición de guardia, poco a poco la luz que se colaba entre las ramas mostro una sombra gigantesca, el pánico empezó a tomar a las tropas, era cierto eso no podía ser más que otra cosa de un demonio salido de las fauces del infierno, les doblaba en estatura a cualquiera de los soldados, los arqueros abrieron fuego, las fechas que lograban llegar entre los árboles, parecieran que no le causaban ningún daño, seguía avanzando, sus superiores gritaban - “Es solo un hombre, no tengan miedo, es uno contra miles, será aplastado sin remedio, ustedes son soldados entrenados no deben temer.”
En la desembocadura del bosque esperándolo se encontraban formados y en guardia más de 1000 hombres detrás suyo la caballería y las tropas auxiliares esperaban, se aza la bandera, y la caballería arremete contra el enemigo, ese demonio no podría sobrevivir a eso, eran demasiados hombres y sea humano o no, estaba solo, al ver a los caballos partir, comienza a correr directamente hacia la línea de escudos y lanzas que le esperaban una lluvia de lanzas le reciben a la salida del bosque, la caballería regresa para no caer presa de las lanzas de sus propios hombres, las lanzas rebotan sobre él y los hombres de la primera fila percatan algo, no es un demonio es una armadura negra, uno grita -“Es una armadura es un hombre” al llegar a pocos pasos de el muro de lanzas y escudos que lo esperaba coloca su mano en la espalda suelta las cadenas que sujetaban su espada, sumamente larga casi tan larga como él, mientras la sostenía con una mano gritó “Si soy humano pero eso no evitará que los mate a todos”.
La lluvia de lanzas cae sobre el mientras avanza hacia las lanzas como si no estuvieran ahí los soldados de la primera fila empujan las lanzas hacia el frente, se parten sobre la armadura negra de aquel gigante, se coloca de lado, hace girar su cuerpo hasta que su espada corta los escudos de sus oponentes junto con algunos miembros, estos caen al piso, los caídos son remplazados por la siguiente fila. Una gran y afinada máquina de matar en perfecto funcionamiento, él sabe que sus posibilidades de vencerlos son nulas, ya no le tienen miedo ya saben que es humano y no podrá matarlos a todos solo y tampoco es su intención solo desea que aquellos que ama puedan escapar solo está ahí para darles tiempo.
Regresa su cuerpo a su posición de combate mientras su mano libre cubierta con una afilada garra golpea y destroza el mayor número posible de escudos, lanzas y vidas que encuentra en su camino, retrocede y guarda su guardia y ataca de nuevo, lo hace una y otra vez mientras siente que su cuerpo se cansa, mientras siente como sus heridas se abren de nuevo, después de unas cuantas envestidas salta hacia atrás y se pone en guardia sabe que alguno de ellos vendrá. Por él es un reto demasiado grande para un guerrero - “Que esperan vengan por mi o acaso no pueden”, detrás de las líneas un hombre no soporta más, no puede comprende como un simple hombre puede mantener a raya a todo su ejército y piensa en dar orden de avanzar, y hacerlo desaparecer debajo de su máquina acecina, pero él no es un hombre común por eso el está al mando de este ejército, no por destruir todo lo que encuentra sino por saber cómo pelear y ordena - “Que retrocedan las líneas en guardia envíen tropas auxiliares y caballería a la entrada del bosque”. Tal vez ese demonio en armadura sea lo que ha estado buscando.
La máquina de guerra empieza a retroceder, él no entiende lo que ocurre la desesperación lo llena no puede pensar en nada más que ganar tiempo, cree que ha logrado lo que deseaba y arremete contra ellos de nuevo, ciego por su desesperación y por pelar contra ese muro de escudos y lanzas no ve a la caballería y a las tropas auxiliares cerrarle su escape al bosque, mientras el avanza con furiosos ataques.
Cuando se percata es muy tarde y está demasiado cansado, ha caído en su trampa esta demasiado lejos del bosque para correr y aún así lo logrará le han cerrado su única salida, está cada vez mas acorralado, quedándose sin espacio un mar de escudos ahora lo rodean ha matado a muchos y lastimado a otros cuantos pero ahora se encuentra rodeado por los cuatro lados por ese muro de escudos y lanzas, guarda su guardia y espera, peleará hasta morir, por lo menos ellos ya deben estar del otro lado del rio y jamás los capturarán.
No sabe cuánto tiempo ha pasado pero si apenas puede soportar el peso de la armadura y su espada en posición de guardia, nadie lo ataca, de pronto oye un cuerno, los 5 escudos frente al se retiran hacia los costados, de entre las uniones de su armadura escapa el sudor y la sangre que fluye despacio de entre sus heridas.
Desde el fondo del pasaje formado por los escudos de sus enemigos ve como un hombre se acerca a él, su peto es dorado su espada también, le siguen un grupo de soldados sin escudos con sus rostros llenos de cicatrices mucho más viejos que aquellos a aquellos que había matado hace unos minutos, ve en su rostro la frialdad de la muerte y unos ojos negros llenos de fuego - “Quien eres demonio negro, quien eres tú para oponerte a mi ejercito, quien eres tú para creer que puedes detenernos de conquistar esta tierra” – grita mientras se acerca velozmente hacia él – “Yo no puedo detener a tu ejercito solo quería tiempo y lo obtuve que esperas para matarme General!!!” – sigue avanzando cada vez más cerca de él - “Tiempo acaso proteges a alguien, acaso portugués a unos cuantas decenas de mujeres niños y unos cuantos soldados heridos” – “Y tu como lo sabes” – ahora se encuentran frente a frente, es mucho más pequeño que él, pero sabe que ese hombre es el enemigo que no puede vencer, aquel que trata de re alentar – “Simple demonio negro mis tropas de avanzada los detuvieron del otro lado del rio, o acaso creías que podrían escapar de mi ” – la ira lo llena, todo por lo que había peleado ahora estaba en riesgo - “Aún así lo mate a él esto está perdido”- pensaba mientras trataba desesperado de encontrar una solución.
Aún así no estuviera tan cansado de tanto pelear, aún así su cuerpo no se sintiera como si se fuera a partirse por la mitad, no podría matarlos a todos e ir a rescatarlos, bajo su espada, su cuerpo cayó al piso sobre un de sus rodillas, el cansancio era demasiado grande, solo logro clavar su espada en el piso - “Si ya me has vencido porque vienes aquí, acaso deseas tu mismo arrebatarme la vida” – “Si te deseará muerto y tu cabeza estaría sobre una lanza, he venido a ofrecerte un trato demonio negro. Pero primero quiero ver el rostro de aquel que pudo aguantar el embate de mi ejercito por tanto tiempo, quien mato a un general y logró entorpecer mi campaña, muéstrame tu rostro quítate ese yelmo” – junto fuerzas y se levanto, la mamo que sostuvo la espada soltó la garra, la que cayó al pisó llena de sangre suya y de sus oponentes, su mano quedo libré llena de heridas y sangre - “Así que sangras que interesante, mis hombres creían que no podías hacerlo” - puso sus manos detrás de la máscara que cubría la parte frontal de su yelmo y la soltó, mientras caía al piso lo entendió, era solo una máscara que embonaba en un yelmo que le ofrecía protección de las flechas lanzas y espadas, y al fin vio su rostro, era un rostro joven y barbado hasta cierto punto su faz era dulce, lleno de cicatrices, por donde chorreaba sangre, pero él era muy joven - “Que edad tienes” – “Diecinueve estaciones he sobrevivo hasta el día de hoy” – “Y quien te entrego esta armadura” – “Mi padre que murió con ella hace dos estaciones, después de su primer ataque, su viejo cuerpo no soporto mas la carga y fue a caminar con los muertos, yo tome su armadura y he peleado con ella desde entonces”
Estaba impresionado aunque no lo demostraba, la mayoría de sus soldados era mucho más viejos que este joven y habían peleado mucho más que él, pero él logo matar a tantos incluido a un general que tontamente pereció en una emboscada – “Este es el trato que te ofrezco: Únete a mí, enseña a mis herreros como forjar armaduras como la tuya, enseña a mi guardia a pelear como tú, y no solo te ofrezco tu vida sino la de aquellos que querías salvar” – ¿Ese era el milagro que tanto esperaba? ¿Acaso era un mal chiste del destino? ¿Debía rendirse ante aquel general para poder salvar a los que amaba? – “Solo con una condición, que ellos sean ciudadanos y que reciban la protección de tu imperio, tienes el poder de asegurarme eso General” - “Jajajaja” – ¿Acaso pidió demasiado? ¿Acaso lo ofendió? ¿O solo se burlaba de su dolor? – “Mi joven demonio, yo puedo hacer eso y más, no soy solo el general de este ejército, soy el Emperador del imperio al que te has resistido tan tenazmente. Eres atrevido eso te lo concedo…… Está bien serán ciudadanos pero con una sola condición. Tu guardaras mi vida y si yo muero por tu culpa u omisión ellos morirán conmigo” - ¿Era un chiste, el Emperador pondría su vida en sus manos? – “Toma tu espada” – él la tomo sin pensarlo dos veces – “Acércala a mi cuello niño”- todos los soldados se pusieron en guardia – “Tranquilos, o acaso desconfían de su Emperador” – la puso cerca de su cuello, el Emperador la tomo firmemente con sus manos y puso su punta en garganta – “Si pudiste pelear así por ellos, estoy seguro que jamás me lastimaras sabiendo que su vida depende de la mía”.
Soltó la espada y se dejo desplomar sobre su rodilla, tenía que aceptarlo aquel hombre era muy superior a él, no solo en espíritu sino que pensaba muy bien lo que debía hacer, lo había demostrado estos meses de pelea al matar a la mayoría de aquellos guerreros que conocía, al no caer en sus emboscadas al dejarlo a él como el ultimo guerrero y obligarlo a recurrir a esto - “Prometo proteger tu vida, con la mía si es necesario, honraré mi juramento en el nombre de mis antepasados y de mi pueblo”.
El Emperador había aganado mucho ese día, pudo vencer al demonio negro cuyos relatos llegaron hasta su palacio, y ahora tendría para sí una nueva arma, demonios negros que sembrarían el terror entre sus enemigos. “Este joven tiene mucho potencial” – pensaba mientras lo veía ya sin armadura y siendo atendido por sus médicos personales, lo que más le impresionaba eran los ojos de ese demonio, que al ver a su pueblo y al agente que amaba regresar hacia sus tierras protegidos por aquellos que antes eran sus enemigos, no eran esos ojos llenos de odio que vio al caer la máscara eran ojos llenos de lagrimas y de amor.