Pero ni siquiera el mismo podría haber visto lo que vendría todo aquello que ocurriría porque nadie ni los mismos demonios pueden ver el futuro, aunque muchos lo desearían.
Después de nacer se le asigno una tarea como a todo demonio nacido en el infierno, la suya tentar a los débiles de carácter hacerlos engañar a los que amaban, algo relativamente fácil los humanos no eran blancos difíciles, una sonrisa el ver aquello que creen que no pueden tener tan cerca y a su disposición eran más que suficientes, o por lo menos eso le fue enseñado por los demonios más viejos que el.
Fue entrenado en las artes de la seducción, siempre bajo la premisa que los humanos deben caer por sus propios instintos, no por la provocación. Se volvió un maestro en tomar cualquier forma a placer, un atractivo y masculino hombre, una hermosa mujer, o cualquier forma humana que deseara. Se le enseño que la fe auténtica era su enemiga pero también su más fuerte aliada y que una vez afuera nadie podría o querría ayudarlo, se le dijo que el dolor que sentía a cada instante jamás lo dejaría ese dolor era lo que lo hacía demonio, ese dolor solo terminaría cuando un ángel de luz lo extermine en combate y lo regrese al infierno donde le esperaría un dolor mayor aun por haber fallado en su misión, su única misión era reclutar almas para el ejercito de su amo de su señor de esa hermosa y temida criatura, Luzbel mismo, que bañado en esa negra aura de dolor por haber sido desterrado por su creador, por haber defendido a aquellos que no lo merecían, lleno de dolor porque debía pasar la eternidad peleando con aquel que más amaba.
El tiempo transcurrió y poco a poco se volvió más diestro, al no haber sentido jamás nada que no fuera rencor, odio, frustración o temor provocado por cada uno de aquellos que con el existían en el hades su alma se volvió negra como la misma noche creyó que no existía nada más.
Solo Luzbel su señor aquel que jamás había visto mostró el único gesto amoroso hacia él, entre la oscuridad su esbelta y alada figura apareció se acercó a él lo miro con un profundo amor y le dijo "Alístate debes partir, los humanos te esperan, alístate mi pobre demonio el mundo te espera", poco a poco se acerco y tocándole el rostro con esas hermosas y tersas manos de ángel, le dio un beso en la boca y mientras el pobre demonio sentía algo que jamás había pasado por su alma el dijo al oído "tranquilo y recuerda este beso tal vez sea la última vez que sientas algo verdadero".
El demonio cayó al piso jamás había visto algo tan hermoso, ese refulgente ángel que lo había engendrado, del que solo había oído hablar lo estaba mirando y él se perdía en sus ojos, se perdía en sus manos mientras lo tocaba, por un instante despareció el dolor por un instante mientras el tocaba su rostro y se acercaba más a el sintió aquello que los humanos llaman amor, poco a poco sus ojos se cerraron guiado por la voz de su creador poco a poco quedó inconsciente.
Después de nacer se le asigno una tarea como a todo demonio nacido en el infierno, la suya tentar a los débiles de carácter hacerlos engañar a los que amaban, algo relativamente fácil los humanos no eran blancos difíciles, una sonrisa el ver aquello que creen que no pueden tener tan cerca y a su disposición eran más que suficientes, o por lo menos eso le fue enseñado por los demonios más viejos que el.
Fue entrenado en las artes de la seducción, siempre bajo la premisa que los humanos deben caer por sus propios instintos, no por la provocación. Se volvió un maestro en tomar cualquier forma a placer, un atractivo y masculino hombre, una hermosa mujer, o cualquier forma humana que deseara. Se le enseño que la fe auténtica era su enemiga pero también su más fuerte aliada y que una vez afuera nadie podría o querría ayudarlo, se le dijo que el dolor que sentía a cada instante jamás lo dejaría ese dolor era lo que lo hacía demonio, ese dolor solo terminaría cuando un ángel de luz lo extermine en combate y lo regrese al infierno donde le esperaría un dolor mayor aun por haber fallado en su misión, su única misión era reclutar almas para el ejercito de su amo de su señor de esa hermosa y temida criatura, Luzbel mismo, que bañado en esa negra aura de dolor por haber sido desterrado por su creador, por haber defendido a aquellos que no lo merecían, lleno de dolor porque debía pasar la eternidad peleando con aquel que más amaba.
El tiempo transcurrió y poco a poco se volvió más diestro, al no haber sentido jamás nada que no fuera rencor, odio, frustración o temor provocado por cada uno de aquellos que con el existían en el hades su alma se volvió negra como la misma noche creyó que no existía nada más.
Solo Luzbel su señor aquel que jamás había visto mostró el único gesto amoroso hacia él, entre la oscuridad su esbelta y alada figura apareció se acercó a él lo miro con un profundo amor y le dijo "Alístate debes partir, los humanos te esperan, alístate mi pobre demonio el mundo te espera", poco a poco se acerco y tocándole el rostro con esas hermosas y tersas manos de ángel, le dio un beso en la boca y mientras el pobre demonio sentía algo que jamás había pasado por su alma el dijo al oído "tranquilo y recuerda este beso tal vez sea la última vez que sientas algo verdadero".
El demonio cayó al piso jamás había visto algo tan hermoso, ese refulgente ángel que lo había engendrado, del que solo había oído hablar lo estaba mirando y él se perdía en sus ojos, se perdía en sus manos mientras lo tocaba, por un instante despareció el dolor por un instante mientras el tocaba su rostro y se acercaba más a el sintió aquello que los humanos llaman amor, poco a poco sus ojos se cerraron guiado por la voz de su creador poco a poco quedó inconsciente.
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