Una triste figura se cuela por las calles oscuras de un barrio triste de esta negra ciudad, los faroles de la calle proyectan su sombra sobre las grisáceas paredes de la cuadra, su paso acelerado denota su prisa, su deseo por llegar a salvo a su destino, su necesidad de evitar a aquellos que lo siguen.
Su instinto de conservación esta exacerbado, poco a poco la paranoia lo domina, las sombras cada vez se vuelven más amenazadoras, poco a poco todo a su rededor se vuelve una amenaza, poco a poco sus fuerzas empiezan a flaquear tras 30 minutos de viajar a través de los oscuros recovecos de esta amenazadora ciudad, desea poder volver a su hogar, desea poder volver a la paz de su propia ciudad.
El paquete que lleva es preciado no solo por su contratante, sino por muchos más, el no conoce lo que lleva pero sabe que si a su destino el paquete no llegara su vida se convertiría en un infierno si no muere por no llevar a cabo su cometido, sabe que se acerca a su destino, sabe que apenas metros lo separan de completar su misión y recibir la tan preciada recompensa.
Dobla la esquina final que le separa de la puerta en la cual debe entrar con la llave que se encuentra es bolsillo, pero siente que algo no está bien, siente que algo lo observa, tal vez es solo la paranoia del viaje, tal vez es solo su imaginación, mira en todas direcciones, una teja cae a su espalda mira hacia el techo desde donde provino el objeto, no puede creer lo que sus ojos ven, el terror lo invade, no puede moverse, su cuerpo no responde.
Trata de gritar para pedir ayuda, pero no puede, es muy tarde, su garganta ha sido cortada, tibia sangre fluye de su garganta, el preciado paquete ha sido tomado y su vida también, su vida se apaga lentamente mientras aquello que lo atacó escapa por los tejados, jamás debí haber aceptado este paquete, jamás debí haber viajado a esta ciudad maldita pensaba mientras su vida se apagaba.
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