El estruendo de los relámpagos retumba en sus oídos, los recuerdos no le permiten dormir, la niña todavía no ha asimilado lo ocurrido, aún los recuerdos de la noche anterior la llenan de miedo, el recuerdo de su rostro la llena de temor, las heridas en su espalda todavía no se han cerrado y le provocan dolor al moverse, sola en su casa teme el dejar su cama, ella todavía no entiende como sobrevivió, finalmente el cansancio la vence y poco a poco sus ojos se van cerrando.
Un destello de luz se cuela entre las cortinas de su cuarto, la luz le molesta y poco a poco se despierta, extrañamente y no siente el dolor de su espalda, pero un momento siente algo extraño, esta desnuda y alguien está dormido en la esquina de su habitación, no entiende que está pasando, no sabe si levantarse o no está llena de vergüenza la persona dormida en aun habitación la desvistió, toma las sabanas entre sus manos sobre su pecho y se sienta, la sombra en la esquina se mueve ella se sobrecoge y la mira, la figura se levanta y se acerca, ella se paraliza de temor. Ante ella una angelical figura femenina se muestra, tez blanca y ojos dorados cabellos se escapan de su hábito, una cruz de plata brilla en su pecho.
Despertaste estaba preocupada que tu cuerpo no soportará – ¿Quién eres? ¿Qué haces en mi habitación? – Disculpa no me presente soy Sor Daima y ayer cure tus heridas, lo lamento pero tus ropas estorbaban mi trabajo – Mi …. mi nombre es Joséphine gracias por curar mis heridas ¿Cómo entraste? – Eh …. eso no es lo importante, lo importante es que estas en un gran peligro y debemos marcharnos de inmediato, aquel Faustiano no tardara en regresar – ¿Faustiano? No entiendo a que te refieres – No importa en camino al Convento te explicare, apresúrate y vístete – Pero tu estas aquí – Lo siento.
Sor Daima se dio la vuelta mirando hacia la pared – ¡Por favor sal! - No puedo tu vida es mi responsabilidad lo siento.
Al salir de su casa Joséphine encontró un gran auto negro con un hombre vestido de sacerdote en el asiento delantero, el religioso bajo del auto y abrió la puerta del pasajero – Por favor madame será un placer escoltarla - No sabía si subir o no al auto pero algo en la cara de aquella monja le inspiraba confianza además ella sano sus heridas no podrían ser malos después de todo, Sor Daima subió al automóvil, el religioso presuroso subió al automotor y arranco.
Mientras recorrían la ciudad a una gran velocidad, Sor Daima tomo sus manos y suavemente le dijo – lo que te ataco la noche pasada es un Faustiano, un hombre que rechazo el camino de Dios y vendió su alma a Lucifer, el te necesita para seguir viviendo, nuestro trabajo es destruirlos a nuestro lado estarás segura. El te seguirá desea tu carne y tu sangre, tu eres su pasado y te debe sacrificar a él para completar su pacto- ¿Pero porque? Acaso he hecho algo malo ¿Porqué tu Dios no evita que esto pase? – Soltó sus manos y llevó las suyas a su rostro – Primero mi madre y ahora esto – su voz se entre cortaba entre sollozos – Los designios del señor son algo que no siempre podemos comprender los mortales – Tomó su crucifijo y miro al cielo.
Entre los techos de la ciudad una figura cubierta de un manto negro sigue el automóvil, sigue el olor de su presa, sigue el olor de aquella que desea.
Continuara......
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